Actividades como la Olimpiada de Astronomía son una invitación a que los jóvenes descubran su talento, y hagan crecer su pasión por la ciencia y la investigación. Por ello, se busca hacer uso de las tecnologías de información y comunicación para facilitar el acceso de todos los interesados en participar, aún cuando se ubican lejos de núcleos urbanos, e incluso otros departamentos. Medios sin los cuáles, el amor por el cosmos se vería limitado por una distancia geográfica.
Es evidente que llevar a cabo una competencia virtual dificulta la veeduría de las condiciones transparentes del examen, siendo el fraude una posibilidad. A nivel técnico, es de aclarar que se dispondrán para cada examen más de 200 preguntas, elegidas aleatoriamente por la plataforma, buscando contar con multiplicidad de opciones para cada prueba. Y se recuerda que es inútil incurrir en fraude en la medida que la fase final exigirá la demostración de capacidades de manera presencial, por lo que los participantes que hayan pasado las fases anteriores sin honestidad no estarán capacitados para resolver dicha prueba.
Además, la Olimpiada es vista no solo como una prueba de habilidades académicas en astronomía, sino como un ejercicio de libertad y autonomía, en donde padres de familia, acudientes, profesores, y especialmente los estudiantes son llamados a demostrar que valoran más la virtud del aprendizaje que cualquier reconocimiento fruto de la deshonestidad. Quien busca la verdad entre las estrellas debe actuar acorde en los demás ámbitos de su vida, y se espera que los olímpicos promuevan valores éticos propios de un científico.
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